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Serendipia

Sin Esdrújulas con Carolina Hernández

Publicado el

Por: Carolina Hernández

CIUDAD DE MÉXICO.- Hace poco vi en twitter un trend sobre las materias que más te gustaban en la escuela. Para algunas personas es sabido que, para mí, la física no era una de ellas. No es que esté en contra por supuesto de que alguien la ame y la estudie y me diga en qué consiste la ley de la inercia, la relación entre fuerza y aceleración y la ley de acción y reacción. Pero nunca me sentí particularmente motivada a abrir un libro sobre los agujeros negros y tiempo curvo.

En cambio, no quiere decir que no me maraville toda la ciencia que nos rodea, sobre todo con la ciencia de las pequeñas cosas. La ciencia cotidiana. La ciencia que hay detrás de lograr que podamos montar una bicicleta sin caernos. Se sabe que al hacerlo estamos aplicando al menos 25 factores de la física.

La parte esa de que la aceleración es en dirección a la fuerza y es proporcional a su intensidad, y es inversamente proporcional a la masa que se mueve. Ajá, obvio, lo busqué. No lo tengo en un archivo de mi memoria. Montar una bici aplica velocidad lineal para rodar, equilibrio, peso y fuerza para darle estabilidad, y las 3 leyes del movimiento de Newton.

¿Te has preguntado por qué cuando rompes un papel, suena?

La ciencia lo explica. El papel está elaborado por fibras de madera que al romperse o ser fracturadas liberan un grado de energía elástica, generando vibración, ondas sonoras y calor. Entre más rápido lo rompas, más aceleran las vibraciones y es más posible que escuches el sonido.

¿A qué voy con todo esto? Quizá nada, pero me llamó la atención que muchos de los descubrimientos científicos sucedieron por azar. Y qué creen… eso tiene un nombre: se le llama serendipia.

 

Serendipia: el inteligente aprovechamiento de un azar favorable.

Porque sí, a cualquiera le puede caer una manzana en la cabeza y no por eso y decir: “¿Por qué esa manzana siempre desciende perpendicularmente hasta el suelo?” Pero muchos de los descubrimientos más importantes tuvieron como factor común la atención a los pequeños detalles.

En su biografía, Alexander Fleming, el descubridor de la penicilina, recuerda que un día una lágrima suya cayó accidentalmente en un cultivo, no se dio cuenta y al día siguiente, vio que donde había caído la lágrima había un hueco, pues las bacterias de esa parte del cultivo habían muerto.

Resulta que las lágrimas y la saliva tienen una enzima llamada lisozima, la cual actúa como una barrera frente a las infecciones. A nadie nunca le dijeron: ¿ponte salivita en esa herida? Las abuelas sabían cosas.

Los rayos X también fueron un descubrimiento accidental. Se dice que Wilhelm Conrad trabajaba en unos experimentos con los rayos catódicos y, por azar, observó cómo una lámina de cartón impregnada en cianuro mostraba fluorescencia. Le puso Rayos X porque no sabía muy bien su origen. Tipo de que unos rayos, super equis.

El LSD fue descubierto por Albert Hofmann cuando trataba de encontrar un remedio para las hemorragias que se producen tras el parto. Entonces ya sé a qué voy con esto. Estemos atentas a las cosas que nos rodean. Pongamos atención a los pequeños detalles, porque de ahí pueden salir cosas increíbles.

Serendipia: descubrimiento afortunado e inesperado que se produce cuando se está buscando otra cosa distinta. Pongamos atención a las pequeñas cosas que pasan a nuestro alrededor, y hagamos las preguntas correctas para describir respuestas fantásticas.

Y por cierto, buscando sobre esto, me encontré esta página. Serendipiacección. Vayan a verla. Está bien interesante.


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