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México

Murieron abrazados, en medio del fuego que devoró su casa

Griselda y sus seis nietos murieron en un incendio que terminó con su casa de madera en una pequeña comunidad a las orillas de Morelia, Michoacán.

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Por: Iván Macías

CIUDAD DE MÉXICO. - Pablo Herrera todavía recorre las montañas de carbón, ceniza y recuerdos, en los que se convirtió la casa de doña Griselda, en la colonia La aldea, en Morelia, donde vivía con seis de sus nietos, quienes le fueron encargados por circunstancias tristes que finalmente los llevaron a la muerte

Recuerda que hace 14 años, al menos llegaron los niños a ese barrio que está apenas conformándose de casas humildes, construidas de cartón, madera y lámina, como la de Griselda, que fue el combustible perfecto para provocar la hoguera en la que perdieron la vida.

POSTA CDMX llegó hasta este lugar donde el silencio deja claro que las risas, gritos y juegos de los niños, ya no se escuchan más, donde además el indescriptible olor a muerte, golpea tus sentidos y te conmueve ver que lo que era una casa, solamente hay un montón de escombros, quemados.

Pablo recuerda que “Pachis”, un niño de seis años de edad, le ayudaba cuando podía a cargar algunas piedras o mover algo de arena, tratando de ganarse unos pesos como un ayudante de albañil, que evidentemente no era tomado en serio como tal, por el hombre quien era su vecino. Pero lo hacía por ayudar a la familia que encabezaba doña Griselda, que a sus 80 años de edad, edad ya poco podía hacer para tener un trabajo, comida, ingresos y futuro.

Los niños llegaron ahí porque una de las madres de ellos la mataron hace un año y de los otros nietos, Su madre está en la cárcel e incluso posiblemente no pueda acudir al funeral de esos niños y por eso todos en el barrio se preocupaban por ella, por ellos, por su futuro, a pesar de las series adversidades que todos en el barrio enfrentan.

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Una mujer que no reveló su nombre, dijo que hace apenas unos días, dos de los niños llegaron hasta su negocio, donde vende artículos de papelería, para pedirle fiado un dado y poder jugar con un viejo juego de mesa que parecía ser su regalo del día del niño. Sin dudar, se los regaló y lamenta que esa fue la última vez que cruzó palabras con los pequeños.

Pablo, recuerda que Pachis estuvo con él, el mismo día en que ocurrió el incendio, ese día le dio 100 pesos por ayudarle un poco a mover un par de piedras, ese mismo día lograron instalarle con dos mangueras rudimentarias una pequeña acometida de agua con la que podían soportar un poco una aplastante ola de calor que azota a la región y que por semanas tenía a esta familia sin agua para las necesidades más básicas.

Ese mismo día doña gris y Pablo, su vecino, se comieron tres tortillas con salsa y sal que la señora orgullosa acababa de hacer y le invitó a su vecino con mucha generosidad. Es un gesto que ocurría con frecuencia y las pláticas interminables de la ancianita con sus vecinos, los llenaba de inspiración y fortaleza, porque sin saber cómo, sacaba adelante a los niños, quienes algunos no estaban registrados, ni bautizados, ni iban a la escuela.

Esa madrugada, tres de los nietos de esa familia se salvaron, uno porque está recluido en un centro de rehabilitación. Otra porque salió como nunca lo hacía con una tía a visitarla y uno más porque trabajaba en la central de abasto como cargador y pernoctaba ahí entre bultos y cajas de la mercancía.

Hoy el terreno parece ser un baldío común y corriente, pero ahí había paredes, aunque fueran de cartón, había camas que quedaron reducidas a fierros, retorcidos, había ropa y algunos juguetes viejos, y todo se apelmazó por la temperatura del fuego que acorraló a la Familia y se dieron un abrazo impotentes, porque el fuego los había acorralado, y según los relatos de los propios vecinos fueron encontrados en un rincón, sobre una cama fundidos por el calor.

Por eso ahí colocaron una serie de ofrendas, veladoras con los nombres de los fallecidos, flores y una virgen En el sitio que seguramente será un altar en recuerdo a esta familia.

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La tragedia, por supuesto que conmovió a vecinos, habitantes de las colonias cercanas y en general a la capital completa del Estado de Michoacán. Al grado que una funeraria ofreció los servicios gratuitos para los siete fallecidos, para que los pocos familiares que aún tienen puedan enfrentar este difícil momento sin tener que desembolsar un centavo.

Al mismo tiempo, pidieron que cuando sean entregados los cuerpos y sean velados en las instalaciones de la funeraria, quienes deseen acompañarlos lo hagan con flores blancas para despedirlos en un servicio memorial que seguramente será emotivo.

Hasta ahora los cuerpos no han sido entregados, pues las diligencias que realizan peritos, involucran la separación de los cuerpos para poder identificarlos jurídicamente, porque incluso según los propios relatos de los habitantes, habría algunos animales que se guarecían junto con ellos al interior de la casita y en los reportes que han mencionado estarían tratando de descartar que esos restos encontrados sean de un humano y se califiquen como de animal.

La inexplicable tragedia tiene al mismo tiempo una explicación, y es que la miseria fue prendiendo cada vez más la mecha que terminó por incendiar esta humilde vivienda, que sin remedio fue consumida tras la llegada de los bomberos, una hora y media, después de reportarse el incendio, ya que es una zona de difícil acceso y lamentablemente Hasta que sofocaron el incendio, fue que los bomberos pudieron percatarse de entre las cenizas y el carbón. Estaba esta familia que se abrazó para viajar al más allá.

La indescriptible, tragedia, también tocó las vidas de algunos animalitos que acompañaban en el día a día a esta familia, pues tres de los perritos que ahora humean entre los restos carbonizados, seguramente lo hacen siguiendo el instinto de olfatear la esencia de sus amos y sin decir una palabra, con su mirada reflejan la inmensa tristeza por la que atraviesan que no les permite irse de este lugar.

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