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¿Por qué en México ponemos ofrenda para el Día de Muertos?

Creencia o tradición, la ofrenda del Día de Muertos, es un acto de homenajear y de seguir mostrando amor a nuestros seres queridos que ya no están con nosotros.

Foto: Gobmex
Foto: Gobmex

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Por: Araceli Bernal

CIUDAD DE MÉXICO.- Ofrendar en el Día de Muertos es una tradición ancestral que nos permite honrar a nuestros seres queridos que ya no están físicamente con nosotros. Para algunos es un acto sagrado que nos permite estar cerca de nuestros muertos para dialogar con su recuerdo, con su vida. Para otros, una bella tradición que forma parte de nuestro patrimonio cultural en México.

  

Historia de la Ofrenda en México y el significado de cada elemento

La ofrenda es un reencuentro con un ritual que convoca a la memoria y nos conecta con nuestras raíces culturales. Es una mezcla cultural que refleja el sincretismo del viejo y el nuevo mundo. Los europeos aportaron flores, ceras, velas y veladoras, mientras que los indígenas añadieron el sahumerio con su copal, la comida y la flor de cempasúchil. Esta combinación de elementos naturales, simbólicos e intangibles crea un ambiente espiritual único que nos permite recibir y sentir a nuestros muertos de una manera especial.

Para los ancestros prehispánicos, el cempasúchil era una planta curativa, que también consistía en hacer el camino para los que vienen después de la muerte, es el puente del 'Mictlan' al mundo de los vivos. Esta flor en Náhuatl significa veinte flor, efeméride de la muerte. 

Para que una ofrenda de muertos sea completa, es necesario incluir varios elementos esenciales como el pan, la sal, las frutas, los manjares culinarios, el agua y el vino. Cada elemento tiene un significado especial y juntos forman un altar que representa la memoria y el amor hacia aquellos que ya no están físicamente con nosotros.

El Agua: Es la fuente de vida y se ofrecen a las ánimas para que sacien su sed después de su largo recorrido y fortalezcan su regreso. En otras culturas simbolizan la pureza del alma. 

La Sal: Es el elemento de purificación y sirve para que el cuerpo no se corrompa de ida y vuelta para el siguiente año. 

Velas y veladoras: Los antiguos mexicanos utilizaban rajas de ocote. En la actualidad se usa el cirio en sus diferentes formas: velas, veladoras o ceras. La flama que producen significa 'la luz', la fe, la esperanza. Es guía, con su flama, para que las ánimas puedan llegar a sus antiguos lugares y alumbrar el regreso a su morada. En varias comunidades indígenas cada vela representa un difunto, es decir, el número de veladoras que tendrá el altar dependerá de las almas que quiera recibir la familia. Si los cirios o los candeleros son morados, es señal de duelo; y si se ponen cuatro de estos en cruz, representan los cuatro puntos cardinales, de manera que el ánima pueda orientarse hasta encontrar su camino y su casa.

Copal e incienso: El copal era ofrecido por los indígenas a sus dioses, ya que el incienso aún no se conocía, este llegó con los españoles. Es el elemento que sublima la oración o alabanza. Fragancia de reverencia. Se utiliza para limpiar al lugar de los malos espíritus y así el alma pueda entrar a su casa sin ningún peligro.

Las flores: Son símbolo de la festividad por sus colores y estelas aromáticas. Adornan y aromatizan el lugar durante la estancia del ánima, la cual al marcharse se irá contenta, el alhelí y la nube no pueden faltar, pues su color significa pureza y ternura, y acompañan a las ánimas de los niños.

Entre otros elementos de una ofrenda tradicional a los muertos, está el petate, que sirve para que, después de su largo camino, puedan descansar. El gollete y las cañas se relacionan con el tzompantli. Los golletes son panes en forma de rueda y se colocan en las ofrendas sostenidas por trozos de caña. 

El retrato del recordado sugiere el ánima que nos visitará, pero este debe quedar escondido, de manera que solo pueda verse con un espejo, para dar a entender que al ser querido se le puede ver, pero ya no existe.

La imagen de las Ánimas del Purgatorio, para obtener la libertad del alma del difunto, por si acaso se encontrará en ese lugar, para ayudarlo a salir, también puede servir una cruz pequeña hecha con ceniza.

 ¿Comida y formas de ofrendar a los muertos?

México se destaca en su variedad en gastronomía, siendo también patrimonio cultural, en muchas regiones del país los platillos a los muertos pueden varias, como mole, tamales, el pan de muerto que no puede faltar, las calaveras de azúcar, el chocolate, las bebidas alcohólicas, como tequila, mezcal pulque, entre otros. 

La tradición resalta porque a partir del 31 de octubre y hasta el 2 de noviembre, se monte la ofrenda, ya que, del 31 de octubre al 1 de noviembre, vienen los que murieron siendo niños, llamándoles 'Todos los santos'  y del 1 al 2 de noviembre, llegan los muertos adultos, llamados 'Los Fieles Difuntos'.

En algunas partes del país, como Janitzio en Michoacán u otras regiones, los vivos suelen compartir la noche de muertos, en las tumbas de sus seres queridos, llevándoles la ofrenda hasta su tumba, donde comparten con ellos, su comida y bebida favorita, velando toda la noche. Los lugares más emblemáticos en la Ciudad de México para vivir esta tradición es Mizquic en la alcaldía Tláhuac y Xochimilco. 

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La ofrenda del Día de Muertos es un patrimonio cultural, para unos un ritual, para otros una tradición, como sea es algo que debemos preservar y celebrar con respeto y devoción. A través de este ritual colorido, podemos compartir con nuestros difuntos y mantener viva su memoria en nuestras vidas. Ofrendar es más que un acto profano o sagrado, es una manera de mantener viva la conexión o la tradición con nuestros seres queridos a través del tiempo y el espacio.


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