Hombre llora en la banqueta tras desplome de helicóptero ¿Quién es?
Hablamos con un hombre triste, que llegó a llorar sentado en la banqueta del taller donde este domingo, cayó un helicóptero, que sufrió una falla mecánica.
CIUDAD DE MÉXICO.- Su presencia de inmediato llamó la atención porque estaba sentado, devastado, en la acera del taller donde cayó el helicóptero de la empresa Let´s Fly, en la avenida Antonio Delfín Madrigal, el amanecer de este lunes.
Se tomaba las manos como intentando hacer una oración, volteaba la mirada al cielo y su piel se enrojecía de tantas emociones contenidas. De inmediato me acerqué sin grabarlo, ni tomarle foto. Me acerqué porque estaba seguro que necesitaba un abrazo y quise dárselo.
Se puso la mano derecha en el pecho, del lado del corazón. Me hinque junto a él y le pregunté si conocía a alguna de las víctimas de la tragedia. Me dijo que si, que el piloto, el “capi Armando”, era su amigo y que por varios años convivieron en el hangar de donde salía la aeronave a dar los paseos turísticos.
Pero ayer el destino lo puso en el lugar mas difícil, al haber sido la ultima persona con la que habló en el hangar antes de salir. Cruzaron un par de chistoretes y despachó su salida (como se le conoce en el argot). Esa sería la ultima vez que escuchó su voz y el mero recuerdo lo atormenta hasta las lágrimas.
No me dijo su nombre y no me hacía falta pues no dudé un segundo que su relato fuera cierto. Tenía tantos datos reales, tantas emociones contenidas, tanta verdad acumulándose por litros en los ojos, que parecía una tormenta por caer.
Me contó que cuando supo del desplome del helicóptero que adoraba el “capi Armando”, vio la forma de salirse del hangar y llegar hasta el sitio del accidente. “Aquí estuve ayer, casi hasta el amanecer” me dijo, mientras movía la cabeza en rechazo de lo que ocurrió con su amigo, y que hoy regresó a comprobar que esa pesadilla era mas real que ninguna otra en su vida.
Por unos segundos hablamos de “otras cosas”, le pregunté si el capitán le dijo algo durante el vuelo que le preocupara, que si había reportado alguna falla y me paró en seco. Me dijo “NO” nada de eso, el helicóptero estaba perfecto, y no quise insistir en datos que pudieran ayudarnos a entender por dónde vino la tragedia.
Entendí que no llegó ahí a defender a nadie, no llegó a ser protagonista, ni a dar entrevistas sobre la tragedia que le arrebató a su amigo; le pedí que me permitiera grabar su testimonio y me dijo que no y me agradeció el interés, pero amable y desconsoladamente me dijo que no. Comprendí que la razón que tuvo su presencia en ese lugar fue despedirse de su amigo y rendir un último homenaje que nadie mas que yo, pudo constatar en ese sitio. Le tomé fuerte de los brazos y nos miramos a los ojos por un par de segundos. El dolor que me mostró me hizo sentir tan mal. Enjugó sus lágrimas, se puso de pie y comenzó a caminar; le ofrecí darle un “aventón” y me dijo que no, que traía auto y se dirigió a él sin voltear a verme más.
Estoy seguro que habrá de regresar en otro momento, cuando no haya tantos medios en el lugar. Porque sus sentimientos lo obligan a estar en ese sitio que resulta tristemente especial para él.
Las tragedias tienen tantas caras que a veces no pensamos en el dolor que atraviesan familias, amigos y personas cercanas a un accidente como éste.
Ésta no será la nota de “8”, no es un “Breaking news”, es mi parte del relato de las emociones que nos acercan a los protagonistas de la historia, cuyas vidas cambiaron sin remedio, mientras las investigaciones continúan y se espera que los cuerpos de las víctimas sean entregados para sus funerales.
Estoy seguro que este joven estará ahi, despidiendo a su “capi Armando” , para emprender un viaje más al cielo, por el que tanto tiempo voló… solo que ahora no regresará al hangar de donde salió.
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