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Organilleros buscan declarar oficio como Patrimonio Cultural Intangible de CDMX

Víctor Manuel Maya, representante de Organilleros de la Ciudad de México es uno de los principales impulsores de esta petición para preservar uno de los oficios más emblemáticos del país.

Por: Ana Francys González

CIUDAD DE MÉXICO. – Desde finales del siglo XIX los organilleros han formado parte del paisaje de la Ciudad de México con sus pesados ​​cilindros a cuestas y su uniforme color marrón, característico desde la década de los setentas.

Aunque su remuneración depende directamente de las monedas que la gente les ofrece, este oficio ha sido transmitido de generación en generación y ahora busca preservarse a través de su declaración como Patrimonio Cultural Intangible de la CDMX.

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¿Qué es un organillo?

 

El organillo es el instrumento musical que se forma principalmente por una caja de madera y un cilindro con púas, profiere diversas melodías que se logran al girar una manivela y en su interior tiene papel perforado con las notas de cada pieza musical.

De acuerdo con Víctor Maya, los más antiguos pesan de 30 a 45 kilos, mientras que los más nuevos ya solo pesan 20 kilos, sin embargo continúa siendo un oficio exhaustivo al tener que cargarlo por varias calles durante al menos siete horas, duración aproximada de la jornada laboral de cada organillero.


 

¿Cuál es el origen de los organilleros?

 

El organillo llegó a México durante la época porfiriana y se conservó como oficio desde entonces, incluso durante la Revolución Mexicana siguió siendo solicitado para amenizar las fiestas, volviéndose popular en este tiempo la melodía de la Adelita.

Pese a que es un instrumento originario de Alemania, fue en México y en otros países del sur de América, como Chile, que se popularizó su uso y se arraigó en la cultura, hasta la fecha.


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¿Un oficio a punto de morir?

 

Los organilleros han tenido que librar una serie de obstáculos para mantener viva esta tradición, en su mayoría ejercen este oficio por tradición familiar, aunque en la década de los setentas presentó un auge, fue en los noventas cuando empezaron a tener un declive.

Este se originó principalmente porque no había repuestos suficientes para la reparación de sus instrumentos, además de resultar con elevados costos, las familias que sabían repararlos empezaron a morir.

No fue hasta el 2000 cuando durante la visita del chileno Manuel Lizana se reavivó este oficio, puesto que “se empezaron a tejer lazos con México, de tal forma que él enseñó a varias familias a restaurar instrumentos” mencionó Víctor Maya.

Actualmente se realizan festivales anuales de organilleros en la Ciudad de México con la intención de preservar esta tradición, “el oficio del organillo es una práctica viva, conservarlo debe de pasar por ser Patrimonio Intangible” mencionó Víctor Maya durante el primer festival en 2023.


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